El propósito que nos anima al crear este nuevo blog es mantener vivo en el recuerdo ese retazo de tierra taína que nos vio nacer: Banes, acercando a todos los Banenses a través de la evocación de imágenes y recuerdos. Es el sitio virtual idóneo para detenerse a conversar, como en los viejos tiempos, relatando anécdotas que nos lleven definitivamente al reencuentro con el pasado. Complementa nuestra exposición una iconografía banense, así como una galería de banenses ilustres.

sábado, 7 de agosto de 2010

LA TANATOFILIA: PEPITO Y SUS CAGÜAYOS. UN FRAGMENTO DE MI LIBRO DE CRÓNICAS Y MEMORIAS, BANES: LA PIEL DE LA MEMORIA, EN PROCESO DE EDICIÓN.

En esta foto tomada en mi cumpleaños número siete, aparece Pepe, mi sobrino, es el primero de la izquierda, a su lado posa Sara, su hermana y luego Gloria su mamá, mi hermana.
En la fila siguiente en el mismo orden, de izquierda a derecha la primera niña es Minaelia Mendoza Castro, a su lado, mi sobrina Teresa, luego le sigo yo y a mi lado en el extremo derecho apenas se alcanza ver el rostro de Martica. He mostrado esta foto porque justo en esos días infantiles se desarrollaba mi relato.



LA TANATOFILIA:


Pepito y sus cagüayos.

No acaban de borrarse de la memoria mis días infantiles. Como una vieja foto en sepia, destiñéndose con el paso de los años, aparece Pepito, mi sobrino, quizás me llevaba unos nueve años más, pues es hijo de mi medio hermana mayor, Gloria, quien se casó muy joven. Venía a visitarnos todas las tardes después de trabajar como un mulo - - recuerdo muy bien la frase - - en la juguetería El Delirio. Yo no sabía entonces qué tenía que ver un mulo, de los que abundaban en la finquita de los Cernicharo, nuestros vecinos, con aquel muchacho delgadito, casi un alfeñique.
Pepito vestía siempre unos pantalones de kaki -- ¿se escribe así? -- muy almidonados y unas camisas sin fajar, también tiesas por el almidón y traía consigo en los bolsillos unos folletitos que promocionaban la poción Maravilla Curativa del doctor Humphrey, que conseguía en la vieja farmacia del Dr. Miguel Ángel Tamayo con su amiga Victoria Carro, a quien yo asociaba siempre con la cantante y actriz mexicana María Victoria, aunque nunca la vi enredada en un vestidito de sirena y que yo recuerde jamás cantaba, ni emitía pujiditos. Eso sí, sonreía todo el tiempo, de manera que el recuerdo que conservo de Victoria es el de una mujer muy afable.
Yo acompañaba siempre a mi sobrino a "visitar" cada tarde a sus "pacientes", las matas del platanal. Le sostenía en mis manos el folletico que se traía de la farmacia, mientras él le insertaba un enorme clavo a cada mata de plátano simulando inyectarlas y musitándoles: “ya verá cómo se va a poner mejor. Mañana volveremos a inyectarla”. Luego brincábamos la cerca de cardón y de maya, y nos perdíamos entre guizazos de Baracoa, mastuerzo y unas matas de güao que había que saludarlas ceremoniosamente:
“Buenas tardes, señor Güao“ para no llenarnos de ronchitas, y alcanzar al fin el “cementerio”. Este no era más que un pedazo de terraplén que Pepe había dispuesto para enterrar a cuanto cagüayo encontrara muerto a su paso.
Fabricaba con unas tablitas que las arrancaba de las cajitas donde venían las barras de pasta de guayaba que papá vendía en la tiendita de abarrotes unos diminutos ataúdes donde acomodaba muy tiesos, como su camisa almidonada, a los pobres cagüayos. Pero ahí no para la cosa, pues yo debía acompañarlo junto a mis amiguitos a enterrar a las infelices lagartijas en unas réplicas de carrozas fúnebres, que él mismo confeccionaba de cartón y con unos botones como ruedas.
De ahí arrancó mi tanatofilia. Ya mayorcito, como de unos siete años, nunca me perdía un funeral. Me asomaba -- sin ningún morbo, sólo curiosidad infantil -- a las ventanitas de los sarcófagos y les escrutaba el rostro a los difuntos. Luego les acompañaba en su viaje, según dicen sin retorno. Aunque nadie me crea, les cuento que yo he podido dialogar con algunos de aquellos que emprendieron el viaje "sin retorno" en mis días infantiles.


© René Dayre Abella  Banes: La Piel de la Memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario