El propósito que nos anima al crear este nuevo blog es mantener vivo en el recuerdo ese retazo de tierra taína que nos vio nacer: Banes, acercando a todos los Banenses a través de la evocación de imágenes y recuerdos. Es el sitio virtual idóneo para detenerse a conversar, como en los viejos tiempos, relatando anécdotas que nos lleven definitivamente al reencuentro con el pasado. Complementa nuestra exposición una iconografía banense, así como una galería de banenses ilustres.

lunes, 7 de abril de 2014

 HEIDY
 
Este lunes 7 de abril, Aida Marta Lora Martínez, nuestra adorada y recordada "Heidy", estaría cumpliendo 64 años de vida. Como un humilde tributo a su memoria quiero compartir con todos ustedes un fragmento de mi libro de memorias, donde relato mi encuentro con ese ser maravilloso . Mi agradecimiento eterno a su adorada prima, mi querida Leticia Martínez Acosta y a mi querida Carmen Duconger, que al igual que yo, no queremos dejar pasar inadvertida esa fecha que nos hace evocar con desgarramiento la brevedad de su vida.

HEIDY
Confieso que cada vez que he intentado describir mi
encuentro con
este bello ser
que nos dejó tan
temprano, una
vez que lograba
escribir las primeras
líneas ya
no podía continuar.
Un vacío
enorme en mi
interior y una
angustia inenarrable
me lo impedía.
No obstante,
siempre
consideré que
debía relatar ese
particular y singular
encuentro,
pues ella fue
muy importante
en mi vida. Por
lo que omitirla de estas páginas de mi Banes en la memoria sería
algo que no me perdonaría jamás.
Una tarde de verano en Banes, en 1966, me encontraba
cuidándole la dirección de la Biblioteca Pública “Carlos
Fernández” a una gran amiga bibliotecaria, Freda Abreu. Afuera
el sol reverberaba --así son las tardes en el trópico. Yo estaba a
cargo de atender a los lectores y mantener cierto control dentro
del recinto.
Como una visión seráfica apareció una muchacha vestida
totalmente de negro, vaqueros de mezclilla negros, una camisa
negra, lentes de sol oscuros, con una bicicleta, y regalándome la
más abierta de las sonrisas, me preguntó si podía entrar su
bicicleta. Le respondí que no estaba permitido pero, que la dejara
en el vestíbulo, y yo le echaría un vistazo de vez en cuando.
No sé por qué se me ocurrió preguntarle si no tenía calor
y me respondió positivamente, entonces cometí una estupidez
preguntándole por qué si tenía calor se vestía así, toda de negro y
sobre todo con vaqueros de mezclilla, y su respuesta me dejó un
poco confundido: “Me visto siempre de negro porque soy
existencialista”. Entonces creí que había llegado a la biblioteca
en busca de algún autor existencialista y le dije: “Si buscas algo
de existencialismo te advierto que no vas a encontrar nada. Lo
poco que teníamos de Heidegger y Jaspers, lo recogieron. Si
encuentras algo de Sartre vas a tener mucha suerte porque lo
único que tenemos es El Ser y la Nada y anda de mano en mano”.
Su respuesta me ruborizó y por supuesto nunca me lo creí:
“Muñeco, yo no vine buscando ningún libro, pasé por aquí y te
vi y me gustaste y por eso entré”. “¿Quieres ser mi amigo?”.
Por supuesto, le respondí, balbuciando. Yo era un chico
provinciano y Heidy aunque había nacido en Banes sus padres se
fueron a vivir a La Habana y toda su infancia y adolescencia la
pasó allá. Comprendí que sólo se quería divertir un poco y le
seguí el juego. Al rato llegó Freda y le entregué el local y nos
marchamos a la casa de sus abuelos para conocerlos, pero antes,
me dijo que fuéramos al Parque Cárdenas a sentarnos a platicar
un rato. Me comentó que se iba del país junto a toda su familia,
menos su abuela. El abuelo murió unos meses después de
conocerla. Se iría con su mamá, su hermana y su tía Bertha, que
en paz descanse, y una amiga de Bertha y su pequeño hijo. En fin
se irían todos. Me sentí muy contento y a la vez triste pues aunque
luzca irreal me enamoré perdidamente. Fue un amor a primera
vista. Se lo confesé y sólo se reía. Me dijo, “Mira, muñeco, si
nos casamos me fastidias la salida. Si esperas pacientemente
nos podemos casar por poder y te reclamo y nos reunimos en
Estados Unidos, ¿qué te parece?”. Por supuesto que acepté, pero
me costaba trabajo pensar que hablaba seriamente. Unos días
más tarde cumplió dieciséis años. Se lo celebramos como
pudimos. Ya las cosas en Cuba se hacían difíciles de conseguir,
pero tuvo su fiesta. Comencé a frecuentar su casa, la de sus
abuelos, pues su madre y demás familiares vivían en Marianao.
Nuestros encuentros fueron esporádicos, pero intensos;
en el año 1968 fue a Banes y no me encontró pues había ido a
estudiar la Carrera Magisterial en el Instituto Pedagógico “Manuel
Ascunce Domenech”, en Topes de Collantes, en el centro del
país. A través de mi hermano supo la dirección y cómo llegar, y a
su regreso a La Habana me fue a visitar a Topes. Fue una despedida
muy triste. El próximo año fue a Banes y yo estaba de vacaciones.
Iba a despedirse de sus familiares en Banes y de mí. Venía
acompañada de una amiga, Amelia Destrampes. Amelia nos tomó
unas fotos que desgraciadamente perdí en México.
Luego, más tarde dejamos de comunicarnos. Me resultaba
muy doloroso todo. En abril de 1975 recibí de labios de su abuela
Mariana la infelíz noticia de que Heidy había muerto en un
accidente de coche, ya viviendo en Estados Unidos.
Aunque tengo la certeza de que no la hemos perdido y
que sólo se cambió de casa, la angustia y la nostalgia a veces me
invaden el alma al pensar en Heidy, quien tal vez presintiendo su
muerte tan repentina, me decía siempre: “No me llames Heidy,
llámame algo para recordar”.
©René Dayre Abella

Extraído de Banes en la memoria, publicado por linden Lane Press Colección / Memorias 2013. A la venta en:http://www.amazon.com/s/ref=nb_sb_noss?url=search-alias%3Daps&field-keywords=banes+en+la+memoria+rene+dayre+abella