El propósito que nos anima al crear este nuevo blog es mantener vivo en el recuerdo ese retazo de tierra taína que nos vio nacer: Banes, acercando a todos los Banenses a través de la evocación de imágenes y recuerdos. Es el sitio virtual idóneo para detenerse a conversar, como en los viejos tiempos, relatando anécdotas que nos lleven definitivamente al reencuentro con el pasado. Complementa nuestra exposición una iconografía banense, así como una galería de banenses ilustres.

miércoles, 13 de abril de 2011

EN EL ANIVERSARIO NÚMERO CINCUENTA Y SIETE DE LA DESENCARNACIÓN DE ISOLINA FERIA RICARDO

Mañana jueves 14 de abril se conmemora el cincuenta y siete aniversario de la desaparición física de la notable médium espírita kardecista Isolina Feria Ricardo. Sin dudas una personalidad notable dentro de la sociedad local banense. Admirada no sólo por sus seguidores, sino además, por toda la comunidad.
A manera de un sencillo, pero, sentido tributo a su memoria, a continuación publico un fragmento de mi libro de relatos testimoniales Banes: la piel de la memoria, próximo a publicarse a través de Linden Lane Press, donde rememoro aquel día del mes de abril del año 1954 cuando pude presenciar sus funerales. Una verdadera apoteosis. A continuación les va mi relato, así como una foto de Iso, como familiarmente le llamaban las personas de todas las clases sociales a esta noble mujer que sólo vivió para repartir el bien a manos llenas entre todos los que solicitaban su ayuda y consejos oportunos.


EN LA CASA DE ISOLINA



    En ocasiones acompañaba a mi madre a la Casa de Isolina. Era muy pequeño y ella me conducía de la mano. Nos llevaba siempre Don Antonio Díaz, en su coche de alquiler. Un viejo Mercury del año l948. Recuerdo aún la calle Canales sin asfaltar y los dos frondosos ficus enfrente de la modesta vivienda. Las paredes interiores resumían ese toque de pulcritud que deja la cal sobre la madera rústica. Al franquear la puerta principal nos esperaba la sala de estar, donde obligatoriamente debíamos esperar unos minutos hasta ser llamados al salón donde Isolina, junto a sus médiums, desenvolvía la reunión espiritista.

    Isolina era una mujer de rostro muy dulce y afable.  A mi tierna edad se me antojaba una especie de abuelita. Llevaba el pelo siempre recogido, luciendo canas y vestía siempre de blanco. Se sentaba a la cabecera de una enorme mesa rodeada de sillas, donde sentaba a sus médiums formando una "cadena fluídica”, sin tocarse las manos.

    Mis curiosos ojos infantiles no dejaban de escrutar cada rincón. Me llamaba la atención la galería de fotos enmarcadas en la pared. El retrato más conocido del Maestro Allan Kardec presidía esta galería. Luego seguirían fotos de León Denis y en un rincón sobre un estante de libros, la más divulgada de las fotos de Doña Amalia Domingo Soler, la notable figura del Movimiento Espiritista Hispano o la Cantora del Espiritismo, como cariñosamente la han llamado los espíritas de varias generaciones.

    Asombraba un poco a las personas poco familiarizadas con estos ambientes y que confunden al Espiritismo con una especie de secta sincrética, donde se mezclan las prácticas del mediumnismo con las creencias católicas, el hecho de no encontrar en estas paredes, ni en ningún otro sitio de la humilde vivienda, imágenes religiosas.

    Esta atmósfera de lecturas, fotos de ancianos de luengas barbas en las paredes, estantes desbordados de libros y revistas me llevaban a la percepción de que la Casa de Isolina era más bien una escuela, donde mi mamá y las demás mujeres que se sentaban en torno a la mesa simplemente seguían unas clases de estudio académico, impartidas en este caso, por la maestra Isolina.

    Mi mamá me dejaba casi siempre en la habitación de Alejandrina o Aleja, como cariñosamente le llamaban sus parientes a una de las hermanas de Isolina o con la mamá de ellas, Doña Juana. El recuerdo que conservo de estas dulces viejecitas es el de que ambas me ofrecían frutas, particularmente naranjas y mangos y me hablaban muy quedo para no interrumpir las "clases" que tomaba mamá junto a sus amigas.

    De vez en cuando alcanzaba a oír a Isolina que decía: "Dale curso", a alguna de las médiums y no alcanzaba a entender lo que ello significaba.

    Otra de la cosas que atrajeron mi curiosidad era el desfile de botellas de vidrio transparente llenas de agua que esperaban sobre la mesa para que Isolina las "magnetizara" y quizá lo más curioso es que las personas que acudían a estas reuniones acostumbraban a llamar a estas aguas "medicina espiritual". Según el testimonio de algunas personas muy dignas de crédito que se dedicaban a estudiar estos fenómenos de carácter paranormal o estudiosos de lo psíquico, como se les llamaba entonces, esa "medicina espiritual" era agua fluidificada por las entidades espirituales y tenía la virtud de curar diversas dolencias y enfermedades.

    Isolina, según el testimonio de mi madre y el de otras personas que la conocieron desde muy joven, había mostrado el desarrollo de una serie de facultades mediúmnicas desde muy pequeña. Hija de una familia muy humilde, los Feria Ricardo,  Isolina comenzó a sufrir desde la temprana infancia asma y ciertos ataques de epilepsia, además de otros trastornos mentales, como la pérdida de la conciencia y de la memoria, invasión o incorporación de otras "personalidades" en su yo psíquico.

    Los pocos médicos que le vieron la creyeron loca y los religiosos fanáticos "poseída". 

    Así las cosas, sus padres la llevaron como un último recurso a un sanador espiritual o "curandero" en la localidad de Aura, cerca de Gibara en los años inaugurales del pasado siglo. Este hombre se consideraba un humilde misionero espírita. Había peleado durante la Guerra de Independencia, como un soldado mambí y una vez terminada la contienda se retiró a vivir muy humildemente con su familia a Uñas y luego a Aura, unas localidades cerca de la vecina Gibara.

    Allí poseía un Centro Espiritista, siguiendo el ideario filosófico kardeciano, que enmarcaba las enseñanzas provenientes de los Espíritus Superiores dentro del sublime mensaje evangélico. A este humilde siervo del Señor, como le gustaba auto nombrarse, se le conocía como Nine Sierra.

    Las personas que lo conocieron, incluyendo a mi madre y a mis tíos, fueron testigos de una serie de fenómenos de efectos físicos, tales como aportes y desaportes de objetos y materializaciones ectoplásmicas a través de su mediumnidad.

    Los padres de Isolina no daban crédito a la maravillosa recuperación operada en su hija adolescente. Isolina en gratitud por los favores divinos recibidos quiso entregarse devotamente a divulgar la Obra, extendiendo desinteresadamente esas dádivas divinas de la curación a los enfermos, a través de sus propias facultades mediumnímicas, plenamente desarrolladas en esta ocasión, gracias al encuentro con este poderoso médium y sanador paragnosta. 

    En los tempranos años sesenta quise investigar un poco sobre esta fascinante figura del Espiritismo local y contacté entre otras personas a Cecilia "Nena" Aguilera, quien me confesó casos y anécdotas realmente increíbles y sorprendentes sobre las curaciones y demás fenómenos que se dieron en torno a la mediumnidad de Isolina Feria Ricardo.

    Lo que más me sorprendió fue conocer la génesis de un pequeño libro que con el título de "Luz en el Sendero" circuló en muchos de los hogares banenses en la década de los cuarenta. Cecilia  me contaba cómo Isolina incorporaba en trance sonambúlico a una entidad espírita conocida como El Guía y este le dictaba a ella, que era la amanuense  los capítulos íntegros del libro de marras.

    Pasaban a veces algunos meses y por alguna razón la entidad El Guía no se incorporaba, pues Isolina canalizaba a varias entidades y una vez se lograba restablecer el contacto, esta entidad le continuaba dictando el resto de los capítulos en una perfecta ilación. También sorprendía que el léxico empleado por esta entidad y aún por otras que se comunicaban a través suyo era muy superior al que poseía la propia médium en el estado normal de la vigilia, considerando que la joven Isolina había tenido que interrumpir sus estudios académicos apenas alcanzando vencer el cuarto grado de la enseñanza primaria, debido primeramente a su condición de salud, tan quebradiza y además por lo precario de la situación económica doméstica que obligó a la joven a trabajar, empleándose en trabajos de corte y costura en su propio hogar ayudando a su madre y hermanas en la confección de una especie de mosquiteros que llamaban en aquellos lejanos días, pabellones.



    La familia vino a establecerse en Banes a comienzos de los años veinte de la pasada centuria y desde entonces la joven Isolina se entregó a la práctica del bien dentro de aquella comunidad que la veía como una santa y virtuosa mujer.

    Isolina se caracterizaba, además, por el tratamiento a personas perturbadas mentalmente siguiendo las técnicas de desobsesión recomendadas por el Maestro Allan Kardec, contando únicamente como recurso la imposición de manos a modo de transferir energía positiva a los enfermos, así como la persuasión a los espíritus o entidades obsesoras a que levantaran su acción fluídica perturbadora sobre los afectados, en el nombre de Jesús.

    En una ocasión esta noble mujer fue privada de su libertad por el ejercicio ilegal de la medicina y conducida al Reclusorio de Mujeres de Guanabacoa, en la provincia de La Habana. Allí se distinguió por su virtud y grandeza de espíritu, prodigando sus elevadas enseñanzas espirituales entre aquellas pobres mujeres descarriadas que la respetaban y amaban como a una madre.

    Recuerdo un día del mes de abril del año 1954 cuando desencarnó Isolina. Los funerales fueron realmente apoteósicos. Nunca antes había visto tantas ofrendas florales. La casa mortuoria estaba literalmente inundada de coronas y de cojines de flores.

    El sarcófago tendido sobre el suelo en señal de humildad estaba cubierto de rosas blancas. Desde el aire, Víctor García, un pariente de nuestra familia, registraba el paso del desfile mortuorio con una cámara filmadora de 16 mm en una avioneta alquilada.

    Todavía recuerdo aquellos viejos filmes que nos mostraba Víctor en su hogar allá en la ciudad de Guantánamo, unos años después de aquel suceso y la anécdota que contaba del piloto que lo acompañaba en aquel vuelo. El aviador le refería que cada vez que tenía que sobrevolar el sitio de donde partiría el cortejo fúnebre sentía algo que vibraba muy fuerte, como una especie de magneto, que lo atraía inexplicablemente al lugar.

    El comercio local cerraba sus puertas al paso de la caravana fúnebre en señal de duelo. La prensa local se hizo eco del acontecimiento. Muchos años después pude consultar la hemeroteca de la Biblioteca Pública de la ciudad de Banes y me leí los comentarios del notable periodista Rolando Gómez de Cárdenas en su revista literaria Portada, así como las notas que aparecieron en El Pueblo, el decano del periodismo banense, bajo la firma de nuestra querida Cristina Aguilera, notable periodista ya fallecida y en otras publicaciones locales.

    Desde la prensa espírita nacional aparecieron esquelas y obituarios. Unas de estas notas la escribió la doctora Fidela Cobo Sabas desde las páginas de Reivindicación y el periodista villaclareño Isidoro Díaz Anido registraba el suceso para la revista Vida, que dirigía el recordado hermano Manuel García Consuegra, en Santa Clara.

    Cierro los ojos para evocar una vez más aquellos memorables días e inevitablemente pienso en mi madre y me dejo llevar de su mano por la calle saludando a los vecinos que se acercaban para saludarla y conocer al pequeño vástago.

    Doña Mariana Serrano nos esperaba casi siempre a la salida de la Casa de Isolina, pues vivía justo enfrente, luego visitábamos a mis padrinos, Josefa Mir y Rafael Domínguez y el paseo terminaba entonces en la casa de mi abuela. Luego vendría Don Rafael Tamayo en su viejo fotingo y nos conduciría de regreso al hogar en Veguitas.

lunes, 11 de abril de 2011








Les presento el nuevo libro que acabamos de publicar en LINDEN LANE PRESS, en su Colección de Poesía. Se trata de POETA EN LA LUNA DE CUBA, del poeta cubano RENE DAYRE ABELLA (Banes, 1945), ilustrado en la portada con *Flor del éxodo, para René*, de Belkis Cuza Malé.                                                                                                                                     Para adquirir un ejemplar, escribir a BelkisBell@aol.com y les daré detalles y dirección de dónde enviar el cheque o money order por la cantidad de $20.00 (incluido ya el franqueo). 

LINDEN LANE PRESS Issue 2:

POETA EN LA LUNA DE CUBA
By Belkis Padilla in Literature & Writing
A book of poetry by René Dayre Abella, Cuban poet living in San Diego, California. /Un libro de poemas de René Dayre Abella, poeta cubano residente en San Diego, California.


Para otros detalles, y mirar el libro por dentro, por favor, visiten mi blog www.belkiscuzamale.blogspot.com y hagan click en el enlace allí señalado, donde tendrán acceso a un preview desde la página web de la imprenta.  También pueden adquirir un ejemplar directamente desde allí, usando tarjeta de crédito o la cuenta de PayPal.

Espero disfruten con la lectura de estos hermosos poemas de René Dayre Abella.  Para más información sobre él, en su blog:  http://www.reneabella.com/

Gracias y bendiciones,

Belkis

viernes, 8 de abril de 2011

UN HOMENAJE AL POETA GASTÓN BAQUERO SELECCIONADO POR DAVID LAGO GONZÁLEZ PARA LA REVISTA LA PEREGRINA MAGAZINE, CORTESÍA DE SU DIRECTORA, CARMEN KARÍN ALDREY.

Sección Homenajes



Silente compañero


(Tributo al poeta Gastón Baquero)
selección de poemas y comentarios a cargo de David Lago González

Silente compañero


(Pie para una foto de Rilke niño)

Parece que estoy solo,
diríase que soy una isla, un sordomudo, un estéril.
Parece que estoy solo, viudo de amor, errante,
pero llevo de la mano a un niño misterioso,
que a veces crece de repente, y es un soldado aherrojado,
o es un hombre mayor meditabundo, un huésped del reino de los lúcidos,
y se encoge luego, se recoge hasta devolverse a la niñez,
con sus ojos denominables arcano, con su látigo inútil, con su estupor,
y este niño retráctil me acompaña, y se llama Rainiero en ocasiones,
y en otras el Presente, y el Caballero Huérfano, y el Soldado sin Dormir Posible,
y comulga con el comunicado mundo de ultratumba,
y conoce el lenguaje de los que abandonaron, condenados, el cuerpo,
y pelean a alma limpia por convencer a Dios de que se ha equivocado.

Parece que estoy solo en medio de esta fría trampa del universo,

donde el peso de las estrellas, el imponderable peso de Ariadna,
es tan indiferente como el peso de la sangre,
o como el ciego fluir de la médula entre los huesos;
parece que estoy solo, viendo cómo a Dios le da lo mismo
que la vida tome en préstamo la envoltura de un hombre o la concha de un crustáceo,


viendo lleno de cólera que Pergolesi vive menos que la estólida tortuga,
y que este rayo de luz no quiere iluminar nada,
y el ser no sospecha siquiera que es nuestro segundo padre.


Parece que estoy solo, y este niño del látigo fláccido está junto a mí,
derramando como compañía su mirada sagaz, temerosa porque ha reconocido
el vacío futuro que le espera;
parece que estoy solo, y golpeándome el hombro está este niño,
este aislado de la multitud, lleno de piedad por ella,
que se inclina sobre el centro del misterio,
y golpea y maldice,
y hace estremecerse al barro y al arcángel,
porque es el Testimonio, el niño prodigio que trae la corona de espinas,
la verdad asfixiante del sordo y ciego cielo.


Cuando yo mismo sueño que estoy solo,
tiendo la mano para no ver el vacío,
y esta mano real, este concreto universo de la mano,
con destino en sí misma, inexorablemente creada para ser osamenta y ser polvo,
me rompe la soledad, y se aferra a la mano del niño, y partimos
hacia el bosque donde el Unicornio canta,
donde la pobre doncella se peina infinitamente,
mientras espera, y espera, y espera, y espera,
acompañada por las rotas soledades de otros seres,
conscientes del misterio, decididos a insistir en sus preguntas,
reacios a morir sin haber encontrado la llave de esta trampa.


Parece que estoy solo,
pero llevo en derredor un mundo de fantasmas,
de realidades enigmáticas como el pan y la silla,
y ya no siento asombro de llamarme Roberto o Antonio o Segismundo,
o de ser quizá un árbol a cuyo pie descansa un peregrino
en cuya mente vive como metáfora de su realidad la persona que soy;
pues sé que estoy aquí, realmente aquí, destruible pero ya irrevocable,
y si soy sueño, soy un sueño que ya no puede ser borrado;
y una lejana voz confirma todas las anticipaciones,
y alguien dice ¡no sé, no quiero oírlo!
que de esta trampa ni Dios mismo puede librarnos,
que Dios también está cogido en la trampa, y no puede dejar de ser Dios,
porque la Creación cayó de sus manos al vacío,
tan perfecta y completa que el Señor, satisfecho,
se dedicó a crear otras creaciones,
y va de jardín celeste en jardín celeste, dando cuerda al reloj, atizando los fuegos,
y nadie sabe por dónde anda ahora Dios, a esta hora del día o de la noche,
ni en cuál estrella se encuentra renovando su curioso experimento,
ni por qué no deja que veamos la clave de esta trampa,
la salida de este espejo sin marco,
donde tarde en tarde parece que va a reflejarse la imagen de Dios,
y cuando nos acercamos trémulos, reconocemos el nítido rostro de la Nada.


Con este niño del látigo en la mano voy hacia el amanecer o hacia el morir.
Comprendo que todo ya está escrito, y borrado, y vuelto a escribir,
porque la sucia piel del hombre es un palimpsesto donde emborrona y falla sus poemas
el Demonio en persona;
comprendo que todo ya está escrito, y rechazo esa lluvia sin cielo que es el llanto;
comprendo que nacieron ya las mariposas,
que obligarán a palmotear de alegría a un niño que inexorablemente nacerá esta noche,
y siento que todo está escrito desde hace milenios y para milenios,
y yo dentro de ello:
escrita la desesperación de los desesperados y la conformidad de los conformes,
y echo a andar sin más, y me encojo de hombros, sin risas y sin llantos, sin lo inútil,
llevando de la mano a este niño, silente compañero,
o soñándole a Dios el sueño de llevar de la mano a un niño,
antes de que deje de ser ángel,
para que pueda con el arcano de sus ojos
iluminarnos el jardín de la muerte.




(de "Memorial de un testigo", Madrid 1966)




Promocionando electrónicamente La Peregrina, entre tantas respuestas de confirmación, agradecimiento y "do not disturb me again", recibí un mensaje muy especial, escrito con forma humilde y con innato posiblemente inconsciente sentido de esta cualidad, en el que se me pedía como un favor si no me importaba incluir en la revista los versos de un tío suyo porque no le gustaba que la obra de ese poeta se olvidara. Los remitentes eran Rita Pérez Baquero y su tío y poeta Gastón Baquero: los dos, pues no creo en casualidades. Ignoro lo que vería en la revista y en mis propios garabatos esta portavoz del silente compañero, pero me alegraría que hubiese sido, sobre todo, respeto y sencillez. Me ha llevado días, no de pensar, sino de sentirme como a la espera de un modo de corresponder y satisfacer, con total regocijo de todo el equipo de la revista, la petición transmitida. De esa nube bajó este niño recién la madrugada del 29 de septiembre de 2002, y decidió por mí que él sería el primero en hablar y en ordenar la sucesión no aleatoria de sus versos para este tributo. Deseamos que, lo que por mí se expresa, no les defraude.


Baquero, Tauro por nacimiento y muerte en dos días diferentes de mayo, lo primero en Banes, Cuba, en 1918, y lo último en Madrid en 1997, casi a dos mitades exactas entre Cuba y España, pasó a ser universal desde el primer verso que escribió. La trascendencia del trasfondo y base de sus poemas se alza desde lo local-personal hacia el infinito, como preciso testimonio (¿del pez?) de que las palabras hacen imperecederos los labios que las pronunciaron, las manos que las pusieron en papel, la luz que las sacó de las tinieblas, y son la verdadera inmortalidad de la carne y el alma, de la figura y el genio, de la presencia y la ausencia.


Este poema que alguien, o algo, no sé cómo, me indicó que encabezaría el Tributo es muestra de muchas cosas. Respecto a su referente, Rainer María Rilke, del traspaso y vigencia de unos poetas en otros. Respecto a la cubanidad y de ambos el salto a la universalidad, de muchos rasgos. Es una característica mejicana de orden general el culto a los muertos, a La Muerte en sí a través de todas sus manifestaciones, incluso las más escabrosas y preferiblemente olvidables. En los cubanos este culto traspasa sobradamente las formas de la carne y se torna hacia lo incógnito con un humilde y respetuoso al mismo tiempo que familiar respeto: el alma, no tanto en su concepción católica como en la espiritual. El cubano, por lo general, no habla de almas, sino de espíritus. Tiene una inquietante e ignota certeza del destino: todo está dicho, todo está hecho, todo está establecido por alguien o algo que no nos ha dicho cómo será, pero lo que será será, e irremediablemente. Tal muestrario de cosas está expuesto en este poema inicial, al mismo tiempo que otra característica: una profunda fe. Es más creyente quien continuamente indaga, se cuestiona, pone en duda, mete el dedo en la llaga, e incluso niega, que aquel que cree en un dogma a rajatabla y ciegamente. Lo primero parte de dentro; lo segundo viene de fuera; y tal especulación no es sólo aplicable a credos religiosos sino también a los políticos (otra especie de religión, al fin y al cabo), y también a lo personal visceral: sólo la pasión aun en su efervescencia más ciega se salva de no ser sincera. Y tal vez por esa razón, este poema, que sobrepasa el nacimiento y sus orígenes y se establece en el centro de un misterio que nos abarca y nos absorbe, como cubanos y como humanos, ha querido servir de introducción al mundo subyugante de Gastón Baquero.





Variaciones antillanas sobre temas de Mallarmé




II
La casa en ruinas


Une rose dans les ténèbres


S. M.




Hoy he vuelto a la casa donde un día
mi infancia campesina conociera
el pavor y la extraña melodía
de encontrar otra vez lo que muriera.


Ya nada atemoriza, nada altera
el ritmo de la sangre. Aquí vivía
(cuando era mi vida primavera)
la que a los niños en dioses convertía.


Vacío el caserón, rotas las jarras
que las rosas colmaron de belleza,
en vano vine en busca de mí mismo:


todo es inútil ya, perdidas las amarras,
y vencedoras las ruinas, es la pobreza
la única rosa nacida en el abismo.






La imaginación, el poder del desdoblamiento, la propiedad de la traslación, son los atributos que convierten en dioses a los niños. De allí que detrás de un poeta se oculte, lata siempre un niño con cuerpo de adulto pero con toda su inocencia intacta, y es a la sabiduría intrínseca de ésta a la que pertenece la conciencia de la vida y de la muerte que el paso de la existencia va confirmando, no como conocimientos adquiridos en el viaje sino como una consolidación de las sospechas e intuiciones primigenias. El poeta cuenta con el gran privilegio de trasladarse hacia el pasado y el futuro, no tanto por insatisfacción del presente sino a modo de constatar de que por ese ahora transita toda una legión de misterios que tal vez nunca le sean develados y que le mueven a caminar en un sentido o en otro, o en ambos, o en otros muchos laterales, y posiblemente tarde mucho en comprender que lo único que le guía a ello es la curiosidad. No creo que un verdadero poeta aspire con obstinada vehemencia a otras cosas que no sean la confluencia de todos sus mundos internos y el armisticio de estos con el externo. En ello encuentra su verdad, compatible o no para el resto de los mortales





Breve viaje nocturno




Según la leyenda africana, el alma del durmiente va a la luna.




Mi madre no sabe que por la noche,
cuando ella mira mi cuerpo dormido
y sonríe feliz sintiéndome a su lado,
mi alma sale de mí, se va de viaje
guiada por elefantes blanquirrojos,
y toda la tierra queda abandonada,
y ya no pertenezco a la prisión del mundo,
pues llego hasta la luna, desciendo
en sus verdes ríos y en sus bosques de oro,
y pastoreo rebaños de tiernos elefantes,
y cabalgo los dóciles leopardos de la luna,
y me divierto en el teatro de los astros
contemplando a Júpiter danzar, reír a Hyleo.


Y mi madre no sabe que al otro día,
cuando toca en mi hombro y dulcemente llama,
yo no vengo del sueño: yo he regresado
pocos instantes antes, después de haber sido
el más feliz de los niños, y el viajero
que despaciosamente entra y sale del cielo,
cuando la madre llama y obedece el alma.


(1962



El hombre habla de sus vidas anteriores




Cuando yo era un pequeño pez,
cuando sólo conocía las aguas del hermoso mar,
y recordaba muy vagamente haber sido
un árbol de alcanfor en las riberas del Caroní,
yo era feliz.


Después, cuando mi destino me hizo
reaparecer encarnada en la lentitud de un leopardo,
viví unos claros años de vigor y de júbilo,
conocí los paisajes perfumados por la flor del abedul,
y era feliz.


Y todo el tiempo que fui
cabalgadura de un guerrero en Etiopía,
luego de haber sido el tierno bisabuelo de un albatros,
y de venir de muy lejos diciendo adiós a mi envoltura
de sierpe de cascabel,
yo era feliz.


Mas sólo cuando un día
desperté gimoteando bajo la piel de un niño,
comencé a recordar con dolor los perdidos paisajes,
lloraba por algunos perfumes de mi selva, y por el humo
de las maderas balsámicas del Indostán.
Y bajo la piel de humano
ya llevo tanto sufrido, y tanto y tanto,
que sólo espero pasar, y disolverme de nuevo,
para reaparecer como un pequeño pez,
como un árbol en las riberas del Caroní,
como un leopardo que sube al abedul,
o como el antepasado de una arrogante ave,
o como el apacible dormitar de la serpiente junto al río,
o como esto o como lo otro ¿o por qué no?,
como una cuerda de la guitarra donde alguien,
sea quien sea,
toca interminablemente una danza que alegra de igual modo
a la luna y al sol.


(1969)







¿Son los versos sinónimos de las voces que escuchan los locos? ¿Quién o quiénes están detrás de ambas manifestaciones de un misterio que no sabemos explicar ni razonar? La aplicación de la lógica se desliza por ellas con una esquivez oleaginosa, hasta que demente y poeta dejan de cuestionarse origen y razón y aceptan lo ineludible, lo inevitable: hay voces que les hablan al oído





Adhiambo




Gabriel Okara, NIGERIA




Oigo muchas voces,
como dicen que las oye un loco;
oigo hablar los árboles,
como dicen que los oye el hechicero.
Quizás sea yo un loco,
o sea un hechicero.


Acaso soy un loco,
porque las voces me están llamando,
me están urgiendo desde la noche,
desde la luna, desde el silencio de mi cuarto,
para que eche a andar y recorra a pie los mares del mundo.


Acaso soy un hechicero
que escucha a la savia conversar
y ve a través de los árboles:
un hechicero que ya ha perdido
sus poderes de invocación.


Pero las voces y los árboles
están llamando a alguien por su nombre;
una figura de mujer silenciosamente erguida
va y viene por la superficie de la luna,
recorriendo a pie los continentes y los mares.


Levanto hacia ella mi mano,
agarro mi corazón como un pañuelo,
y lo agito, lo agito, lo agito,
porque ella no quiere mirarme:
ella aparta sus ojos de mí,
y no me mira.




Y de seguro haber vivido tantas vidas, haber compartido el aire y el agua, el fuego y la tierra, con un "pez" como alter ego; ser temeroso al mismo tiempo que inquieto expectante de la trascendencia de la palabra "jamás", con su rechazo y su deseo del olvido y el recuerdo, de la presencia y la ausencia, del retorno y la aventura de un supuesto descanso que ignoramos y queremos imaginar, agota las exigencias del niño que traspasa la oscuridad de la infancia a través de mil tinieblas, penumbras y luces hasta tocar la punta de la estrella definitiva sin haber hallado respuesta a misterio alguno y seguir siendo portador, al cabo de tantas vidas, escombros y regocijos y la coherencia de una misma y continuada transfiguración, del testimonio de la inocencia.









Jamás, con ese final




Si tomas entre los dedos
la palabra amor,
y la contemplas de derecho a revés,
y de arriba abajo,
verás que está hecha de algodón,
de niebla,
y de dulzura.


Si después aprisionas
la palabra música,
sentirás entre tus dedos
el crujir de una frágil
lámina de arena.


Si cae entre tus manos
la palabra jamás,
la terrible palabra
que pone punto final a la pasión
y al destino,
sentirás que está lleno de infinito,
y que la serpiente inmóvil de la S
es un eslabón entre el fuego y la nieve,
entre el infierno y el cielo,
entre el amor y la música.


La palabra jamás con ese al final
no termina nunca;
rodea la tierra y salta luego,
perdiéndose en el océano
de las estrellas.






La risa



Sentados a los pies del profesor
preguntábamos: ¿y la eternidad?
Y el buen viejo nos miraba con enojo,
hasta que por fin decía, contemplándose las manos:
"La eternidad no ha sido definida, pues se necesita
una eternidad entera para que abarquemos
el concepto de la eternidad. ¿Habéis comprendido?"
Y nosotros, sentados a los pies del profesor,
nos reíamos tanto, reíamos con tan poco cansancio,
que nos llevaba una eternidad consumir la risa
producida por la definición exacta de la eternidad.


(1959)







Olvido




¡Cómo el olvido ha ido destruyendo
el mundo aquel que edificamos juntos!
¡Las abejas sonoras, los pastos, el estruendo
del río bramador acorralado, los difuntos
ecos del viento que partió gimiendo
con tu enorme cadáver, y ardió los juncos
con llama tan veloz que aún está ardiendo,
con ceniza tan cruel que aún están truncos!


Donde hubo razón de frescos vinos,
de panes floreciendo en la alborada,
de reluciente fruto mantenido


en remotos estrados cristalinos,
hoy sólo queda una sombra desgarrada
y tus restos luchando con mi olvido.








Soneto para no morirme




Escribiré un soneto que le oponga a mi muerte
un muro construido de tan recia manera,
que pasará lo débil y pasará lo fuerte
y quedará mi nombre igual que si viviera.


Como un niño que rueda de una alta escalera
descenderá mi cuerpo al seno de la muerte.
Mi cuerpo, no mi nombre: mi esencia verdadera
se incrustará en el muro de mi soneto fuerte...


De súbito comprendo que ni ahora ni luego
arrancaré mi nombre al merecido olvido.
Yo no podré librarle de las garras del fuego,


no podré levantarle del polvo en que ha caído.
No he de ser otra cosa que un sofocado ruego,
un soneto inservible y un muro destruido.







Retrato




Ese pobre señor, gordo y herido,
que lleva mariposas en los hombros
oculta tras la risa y el olvido
la pesadumbre de todos los escombros.


Él dice que lo tiene merecido
porque aceptó vivir, que no hay asombro
en flotar como un pez muerto y podrido
con la cruz del vivir sobre los hombros.


Cenizas esparcidas en la luna
quiere que sean las suyas cuando eleve
su máscara de hoy. No deja huellas.


Sólo quiere una cosa, sólo una:
descubrir el sendero que lo lleve
a hundirse para siempre en las estrellas.

martes, 5 de abril de 2011

SE NOS HA IDO UN HERMANO



Pedro Liduvino Quñones Ruíz, nuestro querido Pedrin nos ha dejado en la mañana de hoy cinco de abril a las seis y cincuenta minutos, según nos hizo saber su atribulado hermano Liduvino, a quien cariñosamente llamamos Duby.

No resulta fácil para mí describir en detalles la vida de quien siempre consideré un hermano. Un nudo nos aprieta la garganta y nos oprime el alma. Pedro fue un vástago de la familia Quiñones.  Una de las familias fundacionales del pueblo. Gente muy querida y respetada por toda la comunidad. Pedro fue un excelente hijo y hermano, y también el mejor amigo de sus amigos.  Le recuerdo siempre sonriente y jovial.  Desde muy jóvenes desarrollamos una amistad que con los años devino en hermandad. Recuerdo que siempre estuvo ahí, en el momento más agudo y difícil para mí, como lo fue la partida de mi padre. Pedro fue el primero en llegar a la funeraria y abrazarnos a mi hermano y a mí, y allí estuvo toda la noche solidarizándose conmigo.  Son evocadores los múltiples recuerdos que me vienen a la memoria ahora, pero, prefiero guardar silencio y recordarlo con la seguridad de que sólo se nos adelantó en el viaje y que sobrevive a la muerte.  Como espírita convencido puedo decir que Pedrin sólo cambió de casa.



René Dayre Abella

California / Exilio 5 de abril del 2011.


                                    PEDRIN POSANDO AL LADO DE NUESTRA QUERIDA MIRIAM RUÍZ


lunes, 28 de marzo de 2011

MI POEMA CANCIÓN DEL VIEJO ROPERO PUBLICADO EN LA ARGENTINA POR LA REVISTA ARCHIVOS DE SUR

                                Posando junto a mamá en la casa de la abuela. Banes, Cuba. 1952
Canción del viejo ropero

             A mamá, si viviera.

Junto a las enaguas dobladas sobre un estante
mi madre también doblaba su juventud marchita
hasta que su galán, mi padre,
la desposara después de haber cumplido los cuarenta.

Aquel viejo ropero
atesoraba recuerdos de juventud ,
las fotos en sepia de sus mejores amigas.

Las corbatas de mi padre.
Los pomos gigantes de Colonia 1800.
y hasta un viejo sombrero.

Luego vendrían las cosas más pequeñas;
una caja llenita de botones.
Un gallito de plástico con quien jugaba mi hermano
y mis primeros textos escolares.

En el cajón del medio, asomaban en fila los cosméticos;
colorete Tres Flores, un frasco de crema Hinds para sus manos
y un pote de crema para embadurnarse el rostro por las noches,
con la vaga esperanza de retener un poco de juventud.

©René Dayre Abella

René Dayre Abella nació en Banes (Cuba) en 1945. Estudió en el Instituto Pedagógico Manuel Ascunce Domenech en Topes de Collantes, Sancti Spiritu. Fue promotor cultural mientras ejercía la docencia. Desde 1980 vive en California, Estados Unidos.
Es miembro de varias sociedades literarias y redes de escritores. Desde 2004 forma parte de la redacción de Linden Lane Magazine. Colabora con varias revistas literarias de la Argentina, Cuba, República Dominicana,
Venezuela, Perú, España y los Estados Unidos. Tiene varios libros de poemas inéditos. También un libro de relatos testimoniales, La piel de la memoria en proceso de edición.

domingo, 13 de marzo de 2011










Banes Informa

 


2/13/2011

WILLIAM NAVARRETE: LA GEMA DE CUBAGUA

Fragmento de la novela La gema de Cubagua, recién publicada por Legua Editorial.
La presentación de La gema de Cubagua tendrá lugar el 24 de marzo, 2011, a las 7:00 pm.
Lugar: Koubek Center (Anfiteatro): 2705 SW 3rd Street, Miami, Fl 33135.

Capítulo tercero

La historia


"Cuentan que, Juan Bautista Gonçales Ribeira y Maceira de la Portera nació en el pueblo de Figueira da Foz, reino de Portugal, en el año de mil quinientos noventa y ocho.
Fue aquella una época de ambiciones, de incesantes búsquedas de otros horizontes. Siendo aún niño, Juan Bautista oyó las historias que su abuelo paterno, súbdito del rey João III, contaba acerca de los hombres más corajudos de su sangre. A Juan Bautista el nombre de Gonçalo Ribeira, el padre de su abuelo, le sonaba a mástil y velamen, a brea y rosa de los vientos, a coral y perlas. Le salpicaba el rostro de espuma y salitre, le llenaba los pulmones de mar. Imaginaba entonces a su ancestro batiéndose contra las terribles marejadas del Cabo de las Tempestades, también llamado de la Buena Esperanza; esforzándose, codo a codo con la marinería capitaneada por Bartolomeu Dias, en abrir una nueva ruta hacia la isla de la Luna, hacia aquellas míticas Indias que Vasco da Gama ofrecería, once años después, al reino de Portugal.
La mar Tenebrosa era, para el niño Juan Bautista, un océano poblado de luces misteriosas. Desde su casa de pueblo sardinero veía surcar, a lo lejos, en altamar, los imponentes veleros cargados de palo bermejo o brasil, de azúcar procesada en Pernambuco, San Vicente y otras tierras de las Indias. Afinaba el olfato para robarle mejor al aire marino, impregnado del olor de las flores silvestres que viajaba desde las islas Azores, el aroma de las especies transportadas desde las lejanas islas Moluscas o desde la factoría portuguesa de Calicut, en el mítico Indostán.
Bien hubiera podido nacer Juan Bautista en Lisboa, mas la terrible peste de mil quinientos sesenta y nueve, la más mortífera de cuantas hasta esa fecha habían azotado al reino, cambió bruscamente el destino de su familia. Los Gonçales Ribeira, huyendo de la muerte y sus cuarenta mil víctimas, de los autos de fe y sus cientos de condenados más, abandonaron las orillas del Tajo dejando a sus espaldas una Lisboa que olía a carne humana chamusqueada, a azufre, a apocalipsis.
Juan Bautista no vivió aquella desgracia. Nació y creció en la risueña Figueira da Foz. Su infancia transcurrió contando, desde lo alto de las dunas formadas en las playas de su pueblo, las barcazas que arrastraban sobre el cauce del río Mondego la mercadería que daba gloria y renombre a la plaza fuerte de Coimbra. Cuando su padre, hombre recto, súbdito fiel, consideró que había llegado la hora de que el joven Juan Bautista se instruyese, invirtió todas sus economías en enviarlo a estudiar a la célebre Universidad de la vecina ciudad. Coimbra no era el faro de la navegación del reino; sus tabernas, en cambio, servían de palestra a todo el saber, a las Ciencias y las Letras; en ellas los estudiantes novatos y los más avanzados discutían acaloradamente, sin límites, las novedades del Nuevo Mundo; hablaban de tierras no descubiertas aún, imaginadas o soñadas, casi todas fantasías en sus mentes, y envidiaban la suerte de aquellos aventureros y grumetes de los que nadie más había vuelto a hablar, así como la muy consabida situación privilegiada del poderoso imperio español, gran rival histórico del reino lusitano.
La noche en que Juan Bautista vio por vez primera una perla margarita sintió que nada podría atarlo ya a las tediosas lecciones de la Universidad; que en lo adelante pertenecía en cuerpo y alma al anchuroso mar. Era Marcos Coelho, un marinero bien curtido, de regreso de Nueva Amsterdam, quien mostraba al coro de extasiados estudiantes la hermosísima perla que le había arrancado a una playa de la isla de Cubagua, muy cerca de Cumaná. Aquella noche, en su cubículo de aprendiz de Derecho, Juan Bautista no concilió el sueño. Como un fanal, la perla le indicaba el camino hacia el horizonte; la voz de Coelho, retumbando aún en sus oídos, le mostraba, cual brújula, las rutas del inconmesurable océano.
Cómo se produjo la llegada de Juan Bautista a las posesiones españolas de Nueva Esparta, en el noreste de la Venezuela actual, es un enigma que hasta hoy nadie ha podido desentrañar. Hay quienes aseveran que Marcos Coelho, reconociendo en el joven condiciones excepcionales para la marinería, le recomendó ante un capitán lisboense de fragata; otros sostienen haber visto su nombre en cierta lista de polizones que se conserva en la antigua Capitanía General de Cumaná. Poco aportará en todo caso este dato en cuanto a la vida de nuestro héroe. Sin embargo, sí debemos interesarnos en saber que el 18 de agosto de mil seiscientos treinta y cuatro, se registró en la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia de Cumaná, el matrimonio contraído entre el hijo de Figueira da Foz y una criolla cumanense de nombre María de los Santos Obeda y Corzo, descendiente de los primeros vecinos de la villa más antigua que fundaran los españoles en las Tierras Firmes meridionales.
Quince años más tarde, los esposos no habían logrado aún descendencia. Juan Bautista, querido y respetado por toda la administración de la Villa, por su suegro el Corregidor y su familia, dejaba correr los rumores acerca de la esterilidad de su María de los Santos y se entregaba, entre tanto, con una obsesión casi febril, a la pesca de madreperlas en las cálidas aguas de Cumaná. Imperaba la necesidad de darle un nieto al Corregidor, hombre de rancio abolengo, poseído por la dignidad de su estirpe y posición, a quien el Rey no otorgaría título de nobleza hasta tanto no garantizara la sucesión de dicho título más allá de la segunda generación. Sombríos debieron de ser, para Juan Bautista, aquellos años de angustiosa espera. Indios curanderos, antiguos behíques; brujos africanos, recientemente esclavizados; hechiceros canarios y médicos franceses, desfilaron por la Capitanía General. Llovieron los remedios y las pócimas, las predicciones astrológicas, los cocimientos de bejucos de garañón tomados en ayunas, los amuletos de caisimón contra los malos ojos, las infusiones de corteza de dagame recomendadas para la fecundación. María de los Santos no procreaba.
Muy cerca de Cumaná, la isla de Cubagua poseía uno de los lechos perlíferos más ricos del Nuevo Mundo. En ella se había erigido la ciudad de Nueva Cádiz, la primera de toda la Venezuela actual, luego abandonada por terremotos, saqueos y también porque el lecho perlífero terminó agotándose. En todo caso, la Capitanía General a la que pertenecía la islita no era todavía el espléndido puerto atunero por el que se le conoce hoy, sino más bien un pequeño enclave de primer orden en el comercio de las perlas extraídas de la isla vecina. Cumaná, fundada en la desembocadura del río Manzanares, había erigido para su defensa los fuertes de San Antonio de la Eminencia y Santa María de la Cabeza; su preponderancia comercial despertaba la codicia de los temidos bandidos del mar, muchas veces bajo la protección de poderosos soberanos europeos.
Fue hacia el final de una de las tantas faenas lidereadas por Juan Bautista que el grupo de pescadores bajo su mando encontró la perla más perfecta, la más grande de todas las que hasta la fecha se habían extraído de los mares de Cubagua cuando ya comenzaba a escasear aquel codiciado regalo del mar. Juan Bautista sopesó la perla y presintió que con su descubrimiento llegaba también el fin de su larga espera. El vaticinio de la india arawaka Casilda debía cumplirse ahora; el negro encantamiento, roto. Tan pronto La Astrea, la goleta capitaneada por Juan Bautista tocó Tierra Firme y ancló en el puerto de Cumaná, gentes de la villa corrieron a darle la noticia: María de los Santos llevaba en su vientre el ansiado hijo. ¡La perla había obrado el milagro ! Correspondía a los Gonçales Ribeira, había precisado la india Casilda, conservarla indefinidamente como guía y talismán de generaciones venideras. Como signo de suerte, prosperidad y fecundidad."
El auditorio de La Periquera aplaudió frenético durante diez minutos. Polilla alzó su lupa, enfocó con el lente la sala atiborrada de público, colocó metódicamente las hojas de la conferencia que acababa de dar en un cartapacio verde. Arrogante, muy seguro de su competencia como investigador, no se dignó a agradecer ni siquiera los aplausos, menos aún la asistencia del público. Se puso el cartapacio debajo del brazo y comenzó a abrir una brecha de escape entre los oyentes, mientras el gentío lo halaba por las mangas de la camisa comiéndoselo a preguntas.
– ¿Y cómo fue que a esos locos les dio por afincarse luego en Holguín, con tanto mar de por medio que nos separa de Cumaná?
– Venga, venga a la segunda conferencia de esta serie –respondía Polilla tratando de liberar su camisa de la mano de otra señora que le hacía idéntica pregunta y le cerraba con su voluminoso cuerpo el acceso al pasillo que formaban los dos bloques de asientos.
Ana Isidora quiso hacerse notar desde el puesto que ocupaba en la penúltima fila, recordarle a aquel pretencioso historiador que había sido ella, la señora acusada de alojar pulgas, la que había lanzado, a partir del día en que lo encontró en los archivos, día que Polilla tenía, forzosamente, que recordar, todo aquel enredo de la herencia; la que, indirectamente, le había propiciado el estrellato que significaba ser la autoridad del pueblo en materia de orígenes y desenvolvimiento de los González de Rivera. Sin embargo, el docto investigador le pasó por el lado como una centella, rozándola sin siquiera reconocerla y secándose sin parar el sudor de la frente con un pañuelo. […]

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WILLIAM NAVARRETE. (Cuba, 1968). Crítico de arte, narrador y ensayista. Ha dirigido la colección de musica cubana de SonyDisc. Entre sus libros publicados se encuentran: La chanson cubaine (1902-1959). Ed. L'Harmattan, Paris, 2002. 1902-2002. Centenario de la República Cubana (libro colectivo de ensayos, con Javier de Castro). Miami: Ediciones Universal, 2002. Cuba, la musique en exil (prólogo de Eduardo Manet. (en francés). París: Ed. L'Harmattan, 2004. Ínsulas al pairo. Poesía cubana contemporánea en París. Valencia, España: Editorial Aduana Vieja, 2004 (2da. edición: 2007). Edad de miedo al frío y otros poemas (poesía, primer Premio Eugenio Florit de Poesía, otorgado por el Centro de Cultura Panamericana de Nueva York), Editorial Aduana Vieja: Valencia, España, 2005 / Età di paura al freddo, Ed. Il Foglio, Piombino, Italia, 2005). Canti ai piedi dell'Atlante (poesía) Ed. Coen Tanugi Editore, Gorgonzola, Italia, 2006. Catalejo en lontananza. Crónicas cubanas (1996-2006). Editorial Aduana Vieja, Valencia: España, 2006, prólogo de Grace Piney Roche. Versi tra le sbarre (edición bilingüe italiano-español). Edizione Il Foglio, Piombino, Italia, 2006. La canopea del Louvre (en francés y en español), coautora Regina Ávila / prólogo de Ramón Alejandro. Editorial Aduana Vieja: Valencia, España, 2007. Visión crítica de Gina Pellón (monografía de textos críticos sobre la artista). Editorial Aduana Vieja: Valencia, España, 2007. Lumbres veladas del Sur, (poesía inspirada en Marrakech). Editorial Aduana Vieja: Valencia, España, 2008. Visión crítica de Humberto Calzada (monografía de ensayos críticos sobre el artista) con Jesús Rosado, Editorial Aduana Vieja: Valencia, España, 2008. Aldabonazo en Trocadero 162 (homenaje a José Lezama Lima), con Regina Ávila. Editorial Aduana Vieja: Valencia, España, 2008.

5 comments:


Teresa Dovalpage said...
¡Quiero seguir leyendo! La novela se presentará en Miami en marzo de este año, y estoy segura de que dará mucho que hablar. ¡Felicidades, William!
February 13, 2011 8:41 PM
Rita Martin said...
También yo! Me ha encantado esta lectura. Más felicidades!
February 13, 2011 8:44 PM
Anonymous said...
Vanidad aparte, que habla de mi pueblo en Cuba -Holguín- la novela de William es una mezcla de historia con realismo mágico o lo real maravilloso -que en realidad es lo mismo-, un cóctel de datos reales con fantasía que la hacen divertida, además de que él es un contador de cuentos nato. Yo sé que gustará como a mi. Gracias, Ritísima, por este fragmento. Besos desde este helada España (y hoy tan lluvioso que Madrid parece más bien París con aguacero: sólo falta el cadáver de Vallejo) Abrazos Alberto Lauro
February 13, 2011 9:11 PM
William Navarrete said...
Gracias Rita y abrazos también para LaTe y Lauro.
February 17, 2011 11:42 AM
Anonymous said...
Buen ritmo, poesía en la prosa de Navarrete que sólo un poeta puede conceder. Sin dudas muy interesante esta historia que comienza en Portugal.
February 21, 2011 11:06 PM
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La gema de Cubagua (mi novela)
Acaba de salir en Madrid mi novela La gema de Cubagua (Legua Editorial, 2011). La portada es el cuadro La vida va pasando del pintor cubano radicado en Miami desde principios de los 60 Humberto Calzada. ...
Posted by William Navarrete at February 17, 2011 11:28 AM

viernes, 4 de marzo de 2011

INVITACION






El Comité de Arte y Cultura del Municipio de Banes en el Exilio te invita a la presentación de la novela "La Gema de Cubaguá" del escritor banense radicado en Paris, Francia, William Navarrete.  La misma se llevará a efecto en el Anfiteatro del Koubek Center ubicado en 2705 SW 3rn Street, Miami, FL 33135, el 24 de Marzo a las 7.00 pm.
La novela es la historia de una mujer holguinera que descubre una insólita noticia en un viejo ejemplar del "Diario de la Marina" donde se entera de que descien-de de una de las familias patriarcales de la ciudad, originaria de Cubagua, isla situada al norte de Venezuela, famosa porque, al ser descubierta por Colon en su tercer viaje, los nativos llevaban vistosas gemas de nácar y perlas nunca antes vistas en el Nuevo Mundo. A partir de este hallazgo, la gente entrara en una experiencia delirante y en la casa de la protagonista se funda el "Gabinete de la Fortuna".
Alberto Lauro escribe: -"En La gema de Cubagua, con un humor muy fresco y desenfadado, William Navarrete crea una coreografía de personajes fascinantes que nos seducen hasta dejarnos atrapados en la lectura"
DATOS BIOGRAFICOS: Escritor, periodista y crítico de arte, William Navarrete nació en Banes, Prov. Holguín, CUBA en 1968, fijando su residencia en Paris a partir de 1992. Colaborador del Nuevo Herald de Miami (EEUU), traductor de la Unesco, es asimismo fundador de la Asociación del Centenario de la Republica Cubana y presidente de la Asociación Para una Tercera Republica Cubana, sita en Paris.
William Navarrete en considerado por la crítica como uno de los valores más firmes de la literatura cubana contemporánea. Luis de la Paz, por ejemplo, dice que él  "marcha a la vanguardia expresiva de la más reciente literatura cubana, heredera emocional de los grandes autores del XIX y el XX. Emilio Ichikawa, por su parte, lo define  como "una de las personalidades de más consecuentes contornos que muestra hoy la cultura cubana"

Este evento está organizado por el PEN Club de Escritores, NACAE (Asociación Nacional de Profesores Cubanoamericanos), la editorial Legua y el Koubek Center