El propósito que nos anima al crear este nuevo blog es mantener vivo en el recuerdo ese retazo de tierra taína que nos vio nacer: Banes, acercando a todos los Banenses a través de la evocación de imágenes y recuerdos. Es el sitio virtual idóneo para detenerse a conversar, como en los viejos tiempos, relatando anécdotas que nos lleven definitivamente al reencuentro con el pasado. Complementa nuestra exposición una iconografía banense, así como una galería de banenses ilustres.

miércoles, 23 de febrero de 2011

UN EXCELENTE TROZO DE PROSA POÉTICA DE LA PLUMA DE NUESTRO AMIGO JULIO CÉSAR GUERRERO.

ESO QUE NO SE NOMBRA

En lo que parece una vida sólo ocurre el miedo, ordinaria e indefectiblemente. La existencia es un manjar devorado por el goloso tiempo. Suceden estaciones y lo que permanece es el miedo. La lluvia pasa mojándolo, secándolo, alargándolo, pero siempre puede el miedo que es más fuerte a cada minuto. Convertido en objeto, en sangre, en abrigo, en puerta, en grito. Acompañante imprescindible. Límite que nos tranquiliza. Mientras, pasa la vida y pasan los amores que no pudieron ser por el miedo.
Un fantasma disfrazado, cada vez y convenientemente para cada ocasión, de prudencia, de respeto, de fidelidad… Un traje que viste, enmascara el vacío de los deseos más hermosos, con los que no nos atrevemos.
Hoy la ausencia, mañana la presencia. Vuelve a ser invierno y no se va. No le dejamos escapar. Porque los otros piensan y nos enamoramos de la imagen dulce que los otros tienen. De nuestra propia idea, absurda idea del bien y de lo bueno.
Difícil saltar. El miedo te amarra. Es una piedra, una montaña asida a tus pies. El aire, el vértigo. Las palabras oscuras. El beso a los prohibidos labios. Nada pasará porque todo lo que no pasa puede justificarse. Sin rostro, él aparece. Vive en nuestras ataduras, de ellas se alimenta.
¿Para qué el miedo a la muerte? La muerte es el miedo disfrazado de vida cantando una canción de letra pobre.
El miedo y sus caminos. Mar, cielo, rosa, cadáver. Vivir puede ser otra cosa. Diamantinas lágrimas ruedan por el rostro, sin miedo, a sabiendas que en la exhibición del brillo va su fin. No viven en los pañuelos que las borran, ni en el aire que las seca. En la lengua un poco de sal. Fin de los fulgores, lágrima que fue. Sólo el dolor puede recordarse.
Quizás nacemos sanos, pero antes de ver o caminar ya estamos contaminados por el miedo. El golpe de la puerta, la oscura habitación, el tono de la frase del padre a la hora del llanto, el abandono de la madre a la hora del trabajo o el sueño.
¿Para qué la noche? ¿Para qué el día? ¿Para qué el miedo? La frase ya no te pertenece. Eso que dices está impregnado por los signos del miedo. Si te empeñas haré ver que te creo, también por miedo, lógicamente. Pero esas palabras que dices ya pasaron por sus manos, ya no son lo que sientes. O por lo menos no llegan como lo sentiste.
El miedo como un rey gobernando cada instante, cada gesto, cada imposibilidad. Más fuerte, más constante que cualquier avasalladora verdad. Robándole el lugar para imponer la suya. La verdad del miedo.
Media vida. Menos de media vida. Un soplo, un mínimo destello, una mirada que no pudimos evitar. Lo demás es el miedo a consumar los deseos y la vida. La vida es el deseo, la ausencia del miedo.
Soledad. ¿Un amor? Dos miedos que se casan. Mi miedo y el tuyo, la compenetración perfecta. El matrimonio. La unión se rompe, este miedo ya no sirve. Voy a buscar otro porque tu miedo se ha debilitado. La compañía.
Somos felices. Todo tiene un nombre que no se llama miedo. Lo otro es oscuridad. Celda interior sin luz. El miedo de nombrar. El miedo al miedo.



Sitges, noviembre 7 de 2009

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